Miserable

Al señor de la esquina lo siguen sus miserias. Inseparables, de su propia sombra, lo persiguen a plena luz del día. Tiene miserias de domingo lánguidas y melancólicas. Miserias de sobra incrustadas en los zapatos, confundidas y recalentadas. Miserias de café que se escapan por la ventana. Miserias arrastradas, aturdidas y furiosas. Miserias que formulan teorías de complot contra otras miserias. Miserias a intervalos y de larga duración. Miserias obstinadas y ruidosas. Otras, las más complejas, las teje en aquellos silencios largos y distantes que le regala a su espejo cuando decide mirarse.

© Cecilia Varela

Comentarios

Carlos Sandoval dijo…
Pero dentro de todo, dentro de lo miserable que era en su miseria bien sabia que el era diferente; Pues era un miserable profesional. No señor, no nos engañemos, en aquello de sufrir el no era ningún aficionado, el era un miserable consumado, de tiempo completo, cansado de ir recolectando, coleccionando y cargando sus miserias hasta el punto de sucumbir varias veces por su gran e inexorable peso y volumen. ¿Si, cuantas veces había soportado en su pecho el peso terrible y asfixiante de sus miserias? ¿Cuantas veces había llegado a su casa, arrastrando los pies por el lastre de esas mismas miserias recolectadas en una vida de paciencia? Siempre cuidando antes de salir a la calle, vigilando antes de dar la vuelta a la esquina, buscando bajo la cama, no vaya a ser que un día de estos, lo asalte una duda y todas sus miserias se evaporen con ella.
Cecilia Varela dijo…
Carlos, que bueno verte por aquí!.
mmm, creo que hasta las mismas dudas ni siquiera se acercan a las miserias. Un buen miserable ni siquiera duda de ello.
mm, creo yo, no sé, me parece...
:)
un abrazo muy grande!
espero verte pronto, me han gustado mucho tus comentarios.
nádroj dijo…
nunca me había puesto a pensar en la miseria y toda su amplitud "incrustadas en el zapato...miserias de café que se escapan por la ventana" cuántas de esas no esperarán a ser mías jeje...muy bueno.

Saludos